
Grito de Asencio
Sin duda que 1811 fue un año que marcó circunstancias y hechos muy señalados para la marcha hacia la conquista de la libertad y la independencia de nuestra lejana Banda Oriental.
Desde los primeros meses de ese año parecía haber aumentado el ansia de libertad que bullía en el corazón de cada patriota.
Ese incontenible deseo de libertad comenzó a materializarse en acciones de rebeldía contra el poder opresor, de las cuales la primera, fue la “Admirable Alarma” como se llamó al Grito de Asencio del 28 de febrero de 1811, con Pedro Viera y Venancio Benavídez como conductores.
En realidad, los preparativos habían comenzado en diciembre de 1810, si nos atenemos a los informes de personas que fueron protagonistas o testigos directos o indirectos de los mismos.
Uno de los protagonistas, el Alférez de Blandengues Justo Correa, redacta “El breve trato de lo acaecido en la Capilla Nueva de Mercedes desde mediados de diciembre de 1810 hasta el 10 de marzo de 1811”
A mediados de diciembre de 1810, el Alf. Correa recibió en Mercedes la noticia de que un ejército revolucionario bonaerense se dirigía a la Capilla Nueva, ante lo cual los españoles tomaron medidas para evitar que partidarios de la Junta – que los había, en el pueblo y en un monte cercano – se incorporaran al mismo.
Pedro José Viera en enero había visitado dos veces a Correa informándole que estaba reuniendo hombres para atacar el pueblo.
El propio alférez convocó a los comisionados de Cololó, Coquimbo y Sarandí para que reuniesen gente.
En febrero, dos nuevos encuentros de Viera con Correa.
Además, hay que tener presente que el día 12 de ese mes el Virrey Elío desde Montevideo declaraba la guerra al gobierno de Buenos Aires y el día 15 el Capitán José Artigas abandonaba las fuerzas españolas en Colonia, para ir a ofrecer sus servicios a la Revolución.
Un testimonio que aporta detalles precisos y pintorescos sobre los prolegómenos de este importante hecho histórico, se publicó en 1911 en la revista argentina “Caras y Caretas”; es la entrevista a Doña Felipa Gutiérrez, una curandera, centenaria en ese momento, que en 1811 andaría por los 12 años de edad.
En su propia casa, la estancia de los Gutiérrez, sobre el Asencio, fue donde se produjo el levantamiento y Felipa asistió a todo lo sucedido.
Eran muchos hombres, cuenta; venían de todas partes y se reunían en la picada. Nosotros estábamos ese día de pericón, ardían los fogones y circulaba el mate. En casa se habían reunido los capataces que conversaban con mi padre, Lorenzo Gutiérrez. Mi madre, Rosa Arriola cebaba mate. Nosotras las muchachas atisbábamos por las puertas y mirábamos la mozada que bailaba con Perico a la cabeza. Estaba allí la flor de la mozada.
Don Venancio Benavídez y Don Pedro Viera habían pasado la noche en casa. Yo, cebé mate a Don Pedro! Perico el bailarín / como le llamaban en el pago. Era un portugués gracioso y valiente, no había baile sin Perico y en todo el pago tenía fama de mozo alegre. Todos lo querían.
Don Venancio era un hombre reservado y poco amigo del ruido llevaba un gran sable y chaqueta militar. Los demás vestían chiripá o bombacha. Cuando el sol estaba alto se reunieron en la cumbre de la barranca del arroyo, un sitio lleno de piedras grises, todos montaron a caballo y desde las casas vimos que los
jefes del escuadrón de patriotas levantaban los sables. Después resonó un “¡ Viva la Patria!” y el grupo se alejó al galope.
Respecto a lo declarado en este reportaje, el Dr. José Olivera Ubios en 1948 expresó que “El baile de los Gutiérrez fue un pretexto para concentrar a los patriotas en vísperas de entrar en acción de guerra.”
Don Pedro José Viera había nacido en Río Grande do Sul; siendocasi adolescente o poco más, se marchó de su casa y se dedicó a las tareas rurales en las zonas comprendidas entre Rio Grande, Santa Ana y la Banda Oriental. Fue peón, arriero, capataz y muy probablemente contrabandista. Poseía una irresistible simpatía; gran generosidad, notable don de gentes, era osado, corajudo y sobre todo muy diestro y rápido en el manejo del cuchillo. Se aquerenció en Villa Soriano donde se casó en 1809.
Desde el principio adhirió a la Junta de Mayo, apoyó el liderazgo de Artigas y fue fundamental en el Grito de Asencio.
Junto a Liniers, futuro Virrey, había combatido contra los ingleses en la reconquista de Buenos Aires. Intervino en la Batalla de Las Pierdas; en el Primer y Segundo Sitio a Montevideo; participó en la Batalla del Cerrito. Posteriormente combatió por la independencia de Chile; en la definitiva liberación peruana, en la Revolución Farrupilha, en su tierra en 1835
Don Venancio Benavídez era oriundo de Mercedes.
Como miliciano, bajo las órdenes de Miguel Estanislao Soler, participó en las acciones militares en Santo Domingo de Soriano. Más tarde, en abril, como oficial de Milicias, al mando de 500 hombres tomó la Villa de Rosario del Colla. En mayo, participó en el sitio a Colonia del Sacramento. Fue cuando el general español Gaspar de Vigodet y los realistas, / abandonaron la plaza, y Benavídez con los patriotas, entró en Colonia.
Sin embargo, su actuación en el bando patriota duró casi nada pues poco después se pasaría nuevamente a los realistas
Y aunque la mayoría de estos hechos son posteriores al que hoy nos ocupa, simplemente los menciono para que se conozcan las credenciales de estos dos valientes.
Bailarín y fiestero, Viera, serio, reservado y poco amigo del ruido, Benavídez, pero ambos hombres tenían en común su valor, su temeridad y el infinito amor por la libertad y por su patria,
Osiris Rodríguez Castillos, uno de nuestros más grandes poetas populares destaca ese valor, ese arrojo que lleva a los gauchos a jugarse sin miedo a nada, por ver a su patria libre de los invasores, Lo hace en un hermoso cielito, llamado Cielo de los Tupamaros.
En esta bellísima canción se menciona como tupamaros a Venancio Benavídez y Perico el bailarín, pero ellos no eran estrictamente tupamaros.
Las autoridades coloniales españolas llamaron así, (por Tupac Amaru) a los patriotas montevideanos, es decir a los patriotas urbanos, no a los rurales, a los que pertenecían Viera y Benavídez. Pero por costumbre quedó instalado popularmente llamar tupamaros a todos los patriotas de la Banda Oriental de ese período 1810-1811,sin distinguirentre los de la ciudad y los de la campaña.
Cielo mi cielito lindo, Con Venancio Benavídez
danza de viento y juncal, y Perico el bailarín
prenda de los tupamaros, saldremos a chuza y bolas
flor de la Banda Oriental. ágatas suene el clarín. .
El cielo de los matreros Yo vide un águila mora
miren qué oscuro que está; volando sobre un chilcal,
bien haigan las medialunas y era el alma cimarrona
que lo andan por alumbrar. campiando la libertá !.
Pa mí que los chapetones Cielo mi cielito lindo,
ya nos cuentan redotaos, danza de viento y juncal,
y es que no han cáido en que somos prenda de los tupamaros,
pocos… pero bien montaos. flor de la Banda Oriental.
Grandes historiadores de la República como Barbagelata, Pivel Devoto, Secco Ellauri, Reyes Abadie, Bruschera, Melogno, Barrán y otros más, consideran el Grito de Asencio como el inicio de la Revolución Oriental y de la gran gesta del año 11 que culminó en 1820 con el fin del Ciclo Artiguista.
El ilustre escritor y cronista Carlos Anaya, en sus “Apuntaciones históricas de la Banda Oriental” escribió lo siguiente:
“Se festejaba el carnaval por los últimos días de febrero de 1811, cuando ensanchado el espíritu de libertad hizo su explosión. Correspondían al eco de acogida de la capital Buenos Aires y todos los orientales con algunos argentinos, alzaron su voz a los cielos proclamando aquellos amados principios de una patria que al fin debía ser libre.”
Dijo Artigas que fue un día memorable que marcó el inicio de la libertad en el territorio. Expresó su anhelo por la libertad en una frase siempre recordada:
“La causa de los pueblos no admite la menor demora”.
Acerca de ese 28 de febrero, el Prof. Historiador Magister Daniel Torena expresa: “ … día memorable señalado por la Providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este territorio, día que no podrá recordarse sin emoción, cualquiera sea nuestra suerte.”
Y así es; hoy como todos los 28 de febrero, es la emoción la que nos convoca aquí para presentar nuestro sencillo pero sincero y agradecido homenaje.
Gracias por acompañarnos.
Inés Muniz
Montevideo, 28 de febrero de 2025